viernes, 26 de febrero de 2010

Entrevista a Belén Piedrafita

Belén Piedrafita, promoción 2001 - 2002.


¿Qué mejores recuerdos tienes del insti?

Acabé en 2002 así que os podéis hacer una idea. Ha pasado bastante tiempo y no me acuerdo mucho, pero quizás lo mejor para mí es que, aunque ahora os parezca mentira, "te lo dan todo hecho". Las asignaturas no se me hacían demasiado complicadas y no me suponían un gran esfuerzo. Y a la vez, el hecho de ir encadenando materias que no tenían demasiado que ver unas con otras también me gustaba. Algunos os reiréis, pero estudié la licenciatura de Publicidad y por tanto desde que acabé el Instituto no he hecho prácticamente nada de matemáticas. Pues echo de menos esa asignatura: me gustaba tener tres o cuatro horas por semana una materia en la que me tocaba darle vueltas a la cabeza. Por lo demás, yo no estaba muy segura de mi misma en esa época y no me encontraba muy cómoda, ni conmigo misma ni con el mundo, así que quizás no disfruté esos años todo lo que hubiera querido. Sin embargo estuve a gusto.

¿Cuáles fueron tus tres mejores profes y por qué, qué cualidades tenían?

A Lola la recuerdo con un especial cariño. Sólo me dio clase un año, (plástica en 3º de ESO), así que como profesora no puedo decir mucho ya que su asignatura era de las más relajaditas, sólo que en ese momento yo creo que todos nos sentíamos muy adultos y no nos gustaba nada que a veces nos tratara como niños. Sin embargo como persona me marcó muchísimo. En esa época yo estaba especialmente perdida, muy confusa y a disgusto conmigo misma, y ella apareció en mi vida como por arte de magia. No voy a entrar en detalles porque sé que ella ya se acordará pero me transmitió muchísimo cariño y fue muy tierna conmigo. Mantuvimos el contacto durante bastantes años y aunque ahora hace ya varios que no nos escribimos le guardo un recuerdo muy muy especial. Ah, y a nivel académico resaltar que ha sido la única vez en mi vida que he tenido en una asignatura un 10,7 de nota media, jajaja. El año que me dio plástica nos dijo una vez que si hacíamos un primer ejercicio bien nos ponía un diez, y si hacíamos un segundo (voluntario), otro diez, así que los hice pero en vez de contarlo como notas separadas lo sumó, le dio 20 y al final le descuadró la media ;)
También me gustaba mucho Mª Pilar Bonet, especialmente en las clases de filosofía de segundo de bachillerato. Era muy cercana y te sentías cómoda. Yo creo que durante su asignatura hasta participaba, con la vergüenza que me daba a mí hablar en público en esa época. Durante sus clases siempre acabábamos debatiendo y cuando terminábamos yo creo que todos nos íbamos replanteándonos nuestra concepción del mundo. Y recuerdo también a Alejandro Calvo y a Alberto Lalaguna. A mí siempre me ha gustado la historia así que supongo que eso ayuda, pero recuerdo especialmente que en primero de bachillerato estábamos estudiando el siglo XIX español y él nos preparó un gráfico en un único folio en el que estaban reflejados esos cien años de forma completamente visual. Me acuerdo de que los periodos de estabilidad eran una línea recta, la alternancia entre conservadores y liberales un zigzag, las revoluciones una pequeña explosión… Me encantó, porque de un vistazo entendías los rasgos básicos de todo el siglo. Finalmente, aunque Alberto me imponía un poco me gustaba como explicaba y también el hecho de tener que esforzarme para entender las cosas. Y por supuesto, Concha Tovar y Carmen Fanlo también fueron buenas profesoras.

¿Qué defectos tenían los peores? 

No recuerdo profesores malos, la verdad. Os aseguro que no es peloteo pero no me acuerdo de nadie que me disgustara especialmente. Sin embargo, sí que hubo una vez una profesora que no es que no me gustara sino que a la pobre se le notaba que era muy jovencita y que tenía poca experiencia, así que en general se lo hicimos pasar un poquito mal. De todas formas, estoy convencida de que ahora ya tiene experiencia y seguridad en si misma como para dar y regalar. Sé que ya no está en el Insti pero creo que no es correcto que diga su nombre. Y luego había alguno que no me hacía sentir cómoda, al que se le notaba que destinaba toda su atención a cuatro o cinco alumnos y al resto nos ignoraba un poco, lo que no te hacía sentir bien.

¿Cuáles fueron las anécdotas más surrealistas?

Nosotros, como todo el mundo, teníamos la política de esperar cinco minutos al profesor y, si no llegaba, marcharnos. Por supuesto, muchas veces era de boquilla porque luego no nos atrevíamos a hacerlo, pero hubo una vez, creo que fue con Escarpa, que nos fuimos a los cinco minutos de reloj y cuando estábamos en el pasillo de abajo unos cuantos lo vimos llegar a lo lejos y nos escondimos corriendo en el baño. Al final no dimos clase nadie y al día siguiente nos echaron una bronca maja.

¿Qué hacéis y cómo os va fuera de aquí? ¿Os sentís bien preparados o estafados?

La pregunta del millón. En cuanto acabé el Instituto me fui a Castellón a estudiar Publicidad y Relaciones Públicas, y muy bien. La carrera me gustó, y aunque teníamos que trabajar muchísimo, no me costó gran esfuerzo. Sin embargo, nada más entrar me di cuenta de que en el Instituto no te preparan para trabajar en grupo (o por lo menos yo no me sentí preparada). En cuanto empezó la carrera tuvimos que ponernos en grupos de entre seis y ocho personas y nos pasamos todo primero discutiendo. Poquito a poco aprendimos a darnos cuenta de que al no trabajar solos no siempre podíamos hacer nuestra santa voluntad, pero costó muchos gritos… El último año me fui de Erasmus a Nancy, Francia, y después me volví loca buscando las prácticas de fin de carrera. Al final me cogieron (seis meses), en una empresa de Limoges, también en Francia pero a unos 600 kilómetros de Nancy, y marché para allá. Después regresé a Jaca y estuve dos meses buscando trabajo por Internet, cuando me cayó como llovida del cielo una beca de Economía Internacional y Comercio Exterior. Me vine a Madrid, hice la beca y cuando en plena crisis la terminé no salía trabajo ni de debajo de las piedras. Al final entré en un periódico digital, donde llevo casi un año, pero en prácticas a media jornada. Es lo que tiene haber acabado el Instituto hace más años, que tienes más para contar J.
Y nada más, que de momento estoy en Madrid pero no sé por cuanto tiempo. No me veo aquí toda la vida pero tampoco sé donde quiero ir. Además, por supuesto todavía no he encontrado el “trabajo de mi vida”, así que ando un poquito perdida y picoteando aquí y allá. Mi intención es salir de España y no sé cómo lo haré pero marcharé. Y nada, que igual me rayo un día y me monto una tienda en Mozambique, quien sabe. De momento no estoy atada a nada y todavía no me veo en ningún sitio.

Resumiendo, ahí van unas sugerencias, por si alguien las quiere: las becas Erasmus y Leonardo: recomendadísimas. Haces amigos de mil sitios, aprendes que España y Europa no son el ombligo del mundo y que nuestra forma de pensar no es la mejor sino únicamente una más, rompes prejuicios e ideas preconcebidas sobre otras culturas y sobre todo aprendes mucho. Durante esas experiencias hice amigos de sitios como Pakistán, Georgia o Chile, y las recuerdo con mucho cariño. De hecho, mis mejores amigos son de Italia y de Ucrania. (Pero por favor, no os juntéis sólo con españoles… somos una plaga pero intentad evitarlo).
Ah, y que el mercado laboral está muy difícil, que muchas empresas se aprovechan lo indecible y que sólo buscan contratar becarios que curren lo mismo que un trabajador normal pero por cuatro veces menos salario. Que hay que moverse mucho, que nadie va a trucar a tu puerta y que los idiomas son imprescindibles: vas al centro de Europa y cualquier chaval te habla tranquilamente tres, cuatro o cinco lenguas, mientras que mucha gente de nuestra edad de Oriente Próximo conoce hasta siete u ocho – y no exagero -. Así que a currárselo, que la competencia es dura.

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